II

Escondido mi destino
No hablare de cielo ni pétalos hoy
Será mi propio destino junto al tuyo
Quien juzgue esta poesía
Armada solo de una cosa
Una sola cosa
Hoy se cumplen días y noches
Tardes y pocas mañanas despierto
Soñando y en razón
Relajado y tenso
Sé que estarás ahí
El día en que el sol azote mis ganas de vivir
Hasta que el frío sane las heridas
Si miras el pasado sabrás
Que nadie nunca jamás sabrá qué cosa es
Solo una cosa
Es parte de mi día y del tuyo quien sabe
Mientras solo fluya la calma
Recogida del suelo
Salvada del olvido.

Arena harás

Una piedra en mi mano dormito
Con tierras de dolor, de mi alma se limpió
Se refugió en mi cuerpo
Y no sabré que encontró jamás

Descansó mientras yo miraba
Atento si de mis manos resbalaba
Algo de polvo, algo de vida
Aunque inaudito fuese

Entre mil flores estuvo
Mil pétalos sus almohadas fueron
Aroma a flores traía consigo
Sólo aroma

Rígida como el suelo
Parte de su fundamento y existencia
De alma soñadora vive
Y de cariños quien sabrá

Entre mis ojos una luz se monta
Invasiva y desafiante
Que de la roca expulsa
De aires pulida, de sabidurías exploradas

No será jamás
Una piedra común
Aunque en mi alma aun quede
Algún rastro de arena y olvido

Aunque de el arenal recoja
Antiguas pisadas
Aunque el camino se vea borroso
Y el destino solo calle.







Mar de ahogo

Hoy una marea fluye, la del emocionante manto
Que de su vida la calma y de sus furias temeroso
Capitán, eres el único capaz de navegar el silencio
De tus entrañas, la humildad cayó

La historia comenzó, en el fin de otra
El comienzo se escribió con sales del mar ansioso
Con salares de pampas secas
Con sal de lágrimas mías, con recuerdos jamás ahogados

En una mortal dictadura
De manecillas que forjan la verdad
Y en cada hoja un momento
Al fluir confiando, la flor completa

Colosos florecen, como de mi campo inspirante
Aparecen de repente, e insultan mi hombría
Dejando caer al rey de cera
Entre esos mares intimidantes

Y ahí se ahoga una vez más, mientras cada pétalo cae
Con brisa, con olor a juventud, con hambre de niño
Sabiduría y calma
Al compás de esta marea

Entonces mirar el cerro junto al mar
Mirar el sol, tranquilo esperando
Que en la esquina seca de un momento
Todo se hunda y el capitán de recuerdos se ahogue